Al oír un tremendo ruido, la mujer de Nasrudín corrió hacia el cuarto
de aquél. —No hay por qué preocuparse —dijo el Mulá—, es sólo mi manto que se
ha caído al suelo.
— ¿Qué? ¿Y eso es lo que provocó semejante ruido? —Así es. Lo que pasa
es que yo estaba dentro de él cuando se cayó.
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