Recuerdo esa noche en la que iba caminando solo por la calle. Las calles estaban calladas, las luces apagadas, y yo, volviendo de una fiesta. Eran las 4 de la mañana y yo estaba muy cansado. Estaba a punto de cruzar la calle, cuando de pronto un auto pasó demasiado rápido, y me atropello. No recuerdo muy bien si el conductor se dio cuenta. Solo vi que desperté en una carpa, y unas velas estaban prendidas sobre mí.
Yo estaba realmente asustado, no sabía ni donde estaba, y decidí levantarme, pero una fuerza sobrenatural me volvió a dejar en el piso. De repente, escucho un susurro…
“Cierra los ojos. Entra en el laberinto de la tortura”.
“Cierra los ojos. Entra en el laberinto de la tortura”.
No entendía que sucedía, hasta que entro una gitana con un bastón en la mano. Me llamo la atención su collar, porque era un ojo rojo, que me miraba todo el tiempo, y a su vez, parecía diabólico. Le pregunte donde estaba, quien era ella, que está haciendo, típico de preguntar. La gitana me miro, apunto con su bastón hacia mi cara, y en ese momento, dijo en un tono diabólico, “Duerme”.
Supuestamente al decir esas palabras, me durmió. Desperté en el mismo lugar donde estaba atropellado, y todo parecía normal. Quise irme a mi casa, y cuando abro la puerta de mi casa, encuentro a mi mama llorando. Intento tocarla, pero no pude. Le hable, le grite, y ella no me escuchaba. Luego me acerco para ver porque estaba llorando, y encuentro una foto de mi tirado en el suelo, sangrando y con la cabeza abierta. Debe ser lo que paso en el choque. Empecé a pensar que estaba muerto, que solo estaba allí porque había muerto atropellado, hasta que salí de mi casa. Al cerrar la puerta, mi madre logro verme, y fue feliz a saludarme. Cuando estaba a punto de abrazarme, su piel se cayó por completa, su mandíbula se deformo rápidamente, y sus ojos explotaron de la nada. Me agarro una impresión al ver a mi madre desorientarse enfrente de mis ojos.
Me fui corriendo hacia la casa de mi padre para ver si él también podía verme, porque mis padres estaban separados. Cuando llego a la casa de mi padre, lo veo a él, colgado de una soga, ahorcado. Estaba temblando de miedo, empecé a pensar que era solo un sueño, del cual no podía despertarme. Voy rápido a la casa de mi hermano para ver si el aún seguía con vida, y lo encuentro suicidándose con pastillas. Y la lista de personas muertas iba aumentando cada vez más. Me senté en la vereda y empecé a llorar, estaba viviendo una pesadilla. Hasta que escucho pasos de una persona, era mi padre, solo que en forma de cadáver. Lo veo caminar, y veo que empieza a repetir “Tu eres el culpable, tu eres el culpable” y empieza a acercarse a mí. Yo empiezo a huir de él, y mientras más corría, más fuerte se escuchaba sus palabras. De repente, aparece mi madre, y empieza a repetir lo mismo. Lo mismo con mi hermano, mis tíos, mis primos, todos estaban muertos, y me estaban buscando…
Empecé a correr de todos ellos, tratando de salir de esa pesadilla, pero parecía estar en el mundo real, en un mundo igual al nuestro, un mundo gemelo donde no hay escapatoria. En eso, la gente empieza a salir de sus casas, y yo empecé a pedirles ayuda, pero la gente no me escuchaba. Empecé a arrojarles objetos para llamar su atención, hasta que en un momento, de golpe todos se volvieron cadáveres vivientes. Todos buscándome…
Empecé a correr, y toda la ciudad muerta, estaba buscándome. Fui corriendo lo más que pude, hasta que quede atrapado entre rejas. Fuera de las rejas, estaba el aeropuerto, donde estaba pensando salir volando por los aires hacia otra ciudad, o algún lugar donde pueda estar solo, pero las rejas me impedían pasar. Entonces quise pasarlas por arriba, pero justo en momento que iba a cruzar la reja, me agarran el pie, y con una fuerza sobrenatural me llevan hasta donde estaban todos los ciudadanos vivos. Veo que se empiezan a acercar, y me di cuenta de una cosa. Cada persona tenía los ojos iguales a los que tenía la gitana en el collar. Cada uno tenía algo con que lastimarme, entonces poco a poco todos juntos empezaron a clavarme cuchillos, a dispararme, a rasguñarme, a comerme, y el dolor que sentía es peor lo que tú puedas imaginarte. No poder morir, pero tener que sufrir, es mucho peor que todos los golpes que has tenido en toda tu vida.
Empecé a gritar como loco, nadie me escuchaba, todos seguían lastimándome. No podía parar a ninguno de ellos, esperaba algo que me sacara de ese mundo, pero nada. En un momento, mi cuerpo queda devastado, mi cara, bueno… parecía no tener cara de tantos golpes y rasguños. Todo mi cuerpo luego fue quemado y sepultado en un ataúd. Cuando fui enterrado completamente, empecé a escuchar todo en reversa, como si estuviese volviendo el tiempo atrás. El ataúd empezaba a quemarse por dentro, y yo empezaba a perder todos los sentidos. Hubo un momento en el que había perdido todos los sentidos, como si realmente estuviese muerto. Luego de eso, despierto…
Despierto nuevamente en la carpa, las velas que tenía encima estaban apagadas, y no había nadie. En ese momento, aparece la gitana, y yo me levanto, y voy hacia ella furioso para golpearla, pero ella con su bastón apunto hacia mi cabeza, y luego me dijo lo siguiente. “Has pasado el laberinto de la tortura. Espero que no vuelvas a cometer el mismo error cuando cruces la calle. Adiós”. Después de eso, aparecí otra vez en la vereda, lugar donde posteriormente iba a ser atropellado. Mire por los dos lados, y si, estaba por pasar un auto a toda velocidad. Espere que pase, y pase a la otra vereda, y de ahí, me fui hacia mi casa.
Ahora estoy sentado en mi casa, 9 días después de lo sucedido. Se lo conté a mis padres, a mis amigos, y todos me trataron como loco. Algún día, van a pagar como yo pague, van a tener que pasar el laberinto de la tortura.
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